S.Sostres.
Las fotografías de Isabel II inaugurando el martes la legislatura de su primer gobierno de coalición no puede explicar más minuciosamente en qué consiste la monarquía y para qué sirve. La monarquía es tradición, el hilo conductor que cose la historia y que da sentido a los pueblos, y ese orgullo de pertenencia tan criticado a veces por los racionalistas, pero tan imprescindible para tensar los espíritus individuales y poderles convocar a la construcción y a la protección del bien común.
Isabel II es la única reina. La gran monarca de todos los tiempos, sólo comparable a su antecesora, la reina Victoria. Encarna mejor que nadie los valores y resalta la importancia de la monarquía. Con presencia y su gestualidad da altura a la institución y crea la necesaria fascinación en el pueblo.
La monarquía es lo contrario de lo campechano y se basa en la distancia. Isabel II da la mano siempre con guantes, cuando sonríe se ve claramente que se trata de una sonrisa falsa, y su expresión natural cuando se mezcla con la plebe se resume en esa maravillosa cara de asco que pone para subrayar hasta qué punto desaprueba y aborrece la ordinariez. Las reinas no tienen que ser ni 'cercanas' -como las putas- ni 'de su tiempo' -como la fruta-. Las reinas tienen que ser reinas, totalmente inalcanzables y representar su papel en el cuento mágico, encantado. Las reinas tienen que ser una aspiración. No el espejo de las demás mujeres sino su idealización, su sueño.
En 2007, en una sesión fotográfica con la prestigiosa fotógrafa Annie Leibovitz, la reina demostró con su actitud imperturbable lo que en realidad es la monarquía. Ya cuando la sesión tocaba a su fin, Leibovitz le sugirió a Isabel II que se quitara la corona para hacer unas fotos de aire “más informal”, ante lo cual, la soberana se levantó desairada, abandonó la sala y dio la escena por terminada. La monarquía es lo contrario de lo informal y la reina no debe quitarse la corona ni para ir al váter.
Para qué sirve la monarquía
27 MAY 2010 08:53
Las fotografías de Isabel II inaugurando el martes la legislatura de su primer gobierno de coalición no puede explicar más minuciosamente en qué consiste la monarquía y para qué sirve. La monarquía es tradición, el hilo conductor que cose la historia y que da sentido a los pueblos, y ese orgullo de pertenencia tan criticado a veces por los racionalistas, pero tan imprescindible para tensar los espíritus individuales y poderles convocar a la construcción y a la protección del bien común.Isabel II es la única reina. La gran monarca de todos los tiempos, sólo comparable a su antecesora, la reina Victoria. Encarna mejor que nadie los valores y resalta la importancia de la monarquía. Con presencia y su gestualidad da altura a la institución y crea la necesaria fascinación en el pueblo.
La monarquía es lo contrario de lo campechano y se basa en la distancia. Isabel II da la mano siempre con guantes, cuando sonríe se ve claramente que se trata de una sonrisa falsa, y su expresión natural cuando se mezcla con la plebe se resume en esa maravillosa cara de asco que pone para subrayar hasta qué punto desaprueba y aborrece la ordinariez. Las reinas no tienen que ser ni 'cercanas' -como las putas- ni 'de su tiempo' -como la fruta-. Las reinas tienen que ser reinas, totalmente inalcanzables y representar su papel en el cuento mágico, encantado. Las reinas tienen que ser una aspiración. No el espejo de las demás mujeres sino su idealización, su sueño.
En 2007, en una sesión fotográfica con la prestigiosa fotógrafa Annie Leibovitz, la reina demostró con su actitud imperturbable lo que en realidad es la monarquía. Ya cuando la sesión tocaba a su fin, Leibovitz le sugirió a Isabel II que se quitara la corona para hacer unas fotos de aire “más informal”, ante lo cual, la soberana se levantó desairada, abandonó la sala y dio la escena por terminada. La monarquía es lo contrario de lo informal y la reina no debe quitarse la corona ni para ir al váter.
El prestigio de la monarquía británica se ha podido mantener a lo largo de la historia poque, pese a los escándalos de diversa índole, incluso los sexuales, nunca ha perdido las formas, con aquella funesta excepción de casar a Carlos con una cajera de supermercado, extravagancia que luego se resolvió en París, Pont de l’Alma, y casándose el heredero posteriormente con la elegantísima y mucho más adecuada Camila, hoy ya duquesa de Cornualles. “Me gustaría ser tu támpax”. ¿Hay alguna declaración de amor más sincera y más total?
Isabel II inauguró el martes el nuevo ciclo político de su país y era la primera vez que durante su mandato presentaba las iniciativas de un gobierno de coalición. Ha visto ésta y muchas otras cosas, además de las que le quedan por ver, porque a pesar de ser una de las monarcas que más años, 58, ha permanecido en el trono -sólo superada, de momento, por la reina Victoria (64 años) y por el rey Jorge III (60 años)- su salud de hierro y su aspecto inmejorable nos auguran bastante tiempo más de su altísimo reinado.